Mateo Farzaneh
Neturei Karta
Brian Dunner
Beth Azar
Luces en la Oscuridad
Sobre Wadi al Harawith
Sobre prisioneros palestinos
Morena me llaman
Nasseer Shamma
Esto es Crónicas del Levante, un podcast de análisis histórico y político.
Bienvenidos a este segundo episodio de la serie “Los diez mitos sobre el conflicto Palestino Israelí”. El día de hoy en este apartado hablaremos más a cabalidad sobre el primer mito que identificamos, el mito de que lo que sucede en Palestina/ Israel es un conflicto muy antiguo y con orígenes religiosos.
En el episodio anterior comenzamos con una introducción al tema en general aclarando algunos de los conceptos más esenciales para iniciar la discusión, hablando brevemente de cuáles son los 10 principales mitos o falsedades que dominan el discurso y que aquí deconstruimos. Si no has escuchado el primer capítulo, te recomiendo fuertemente que pongas pausa a este episodio y escuches el anterior. Les recuerdo que todas las fuentes, bibliografía, videografía así como la transcripción de cada episodio y otros artículos y recursos se encuentran disponibles en la página principal del podcast cronicasdellevante.com
Antes de comenzar con la discusión me gustaría aclarar una pequeña de fé de erratas en el episodio anterior: cuando hablo de las diferentes tribus semitas que se asentaron en el Levante sin querer dije que comenzaron a formar diferentes Estados Nación, siendo que realmente quise decir que estas tribus semitas en el Levante comenzaron a formar Ciudades Estado, una enorme diferencia.
A pesar de que sí tendremos hoy un capítulo muy denso de información, en esta emisión comenzaremos por examinar los digamos meta mitos de este primer mito y en cuestión cronológica llegaremos a penas a los albores del conflicto a finales de los 1920’s. Es decir, analizamos las diferentes ideas populares sobre los antecedentes al mero inicio del Estado de Israel y el recrudecimiento de la limpieza étnica de Palestina en 1948. Únicamente demostrando qué narrativas populares no tienen relación con el presente pese a su constante evocación, y qué circunstancias históricas sí son precursoras a la situación actual. En el cuarto episodio continuaremos abordando los mitos fundacionales del Estado de Israel retomando la línea de tiempo a partir del final de esta segunda década del siglo XX, ya notablemente trágica, pero previa al gran desastre.
A manera de introducción al episodio de hoy me gustaría citar al astrofísico estadounidense Neil de Grass Tyson diciendo, cito “el gran desafío de la vida es saber suficiente para pensar que estás en lo correcto, pero no saber lo suficiente para saber que estás equivocado”
Para lograr tener conversaciones serias y por lo tanto llegar a conclusiones racionales y justas es preciso desmitificar las narrativas y separarlas del sentimentalismo y la preferencia por el pensamiento mágico. No podemos pretender explicar el presente aludiendo a interpretaciones religiosas modernas que sean inmunes al pensamiento crítico y la rigurosa disección histórica.
Debido a la confluencia de narraciones religiosas de distintas tradiciones en esta área en particular, foco de nuestro análisis, se ha jugado con los nombres, los topónimos y la evocación a un pasado bíblico para intencionalmente crear una ilusión de que de alguna manera muy antiguos actores bíblicos hoy en día libran una larga batalla por del derecho divino de controlar territorio y reestablecer reinos legendarios y supuestamente divinos.
La deconstrucción más simple y sobria de estas ideas tendría por lo tanto dos vertientes naturales: uno, es esto siquiera cierto?, y dos, aún si lo fuese, es esta una idea, lógica, legítima y justa?
Esta mistificación que intenta situar al actual Estado de Israel, un Estado, una entidad política creada en 1948 por un movimiento europeo nacionalista colonial, situarlo en el ámbito intocable de lo sagrado y lo divino, es un producto de la superstición apocalíptica de cristianos evangélicos que los sionistas han sabido explotar con singular beneficio para ganar simpatía y validación ciega a cualquiera de sus acciones.
Como comenzamos a explicar en la emisión anterior y bastante más nos adentraremos en el próximo episodio, no es posible decir que los sionistas que a finales de los 1800s y principios de los 1900s idearon desde Europa la creación del Estado de Israel en tierra Palestina a través de la colonización y consiguiente limpieza étnica, no es posible decir que estos colonos tienen necesariamente alguna relación histórica con cualquier pueblo que haya habitado el Levante. (Hago un paréntesis para agregar que los judíos que de hecho vivían en el Medio Oriente antes de la implantación del Estado de Israel se opusieron durante décadas al proyecto sionista, lo cual veremos más adelante)
La religión que cada quien practica hoy en día no le otorga indigenismo o derechos preferenciales a alguien sobre un lugar lejano. El judaísmo es sólo una de las tantas religiones cuyos textos están basados en otras más antiguas tradiciones orales del Levante, Egipto y Mesopotamia. En la región existieron siempre varios pueblos practicando varias religiones, muchas de ellas de hecho similares. Asimismo existieron multiples personas, comunidades, reinos, tribus y pueblos que adoptaron el judaísmo a lo ancho del mundo a través de la historia, como ha sucedido con muchas otras religiones. Las historias de estas diferentes comunidades judías actuales en el mundo son diversas y resultado de distintos procesos de de adquisición, interpretación y expresión del judaísmo; no son continuación directa de los antiguos pueblos judíos de Palestina.
Existe abundante bibliografía sobre el esparcimiento de la religión judía por el mundo. La fascinante historia de la conversión al judaísmo de por ejemplo el reino Adiabene de Mesopotamia, el Reino Himayarita del Suroeste de Arabia hoy Yemen, el Reino de Dahyā al-Kāhina del Norte de África, el Reino de Semien y el Reino de Axum del Este de África hoy Etiopía, el gran Imperio Jázaro del hoy Sur de Rusia que no obstante su origen túrquico agrupó a numerosos grupos etnolingüísticos en el Este de Europa y se convirtió al judaísmo al rededor del siglo IX a manera de diferenciación contra sus imperios rivales, el bizantino cristiano al Oeste, y el Islam del Este y Sur; igualmente la adopción del judaísmo por numerosas tribus amazigh en el Norte de África y cómo llegaron a España, las distintas tribus árabes también conversas, el proselitismo judío durante el período helenístico etc, etc, etc.
Nunca existió una expulsión masiva de la población judía de Palestina en su conjunto por parte de los romanos que literalmente crease el éxodo de un pueblo cuyo producto son la totalidad de los judíos de hoy en día. Por el contrario, los habitantes de Palestina que en los tiempos de Jesús eran gobernados por Romanos continuaron practicando su religión, fuese judaísmo o cualquier otra, adoptando paulatinamente el cristianismo durante los siguientes siglos: en sus albores el cristianismo era realmente una nueva secta judáica, incluso varias corrientes sectáreas judías mesiánicas que fueron ganando muchos adeptos dentro y fuera de Palestina. Es redefinido y gana terreno a partir del siglo IV con los inicios de la romanización del cristianismo, hasta que la llegada de los Califatos árabes al control de la región a partir del siglo VII introdujo el islam, que ganó popularidad entre la población durante los subsiguientes siglos. A principios del siglo pasado por ejemplo, el censo poblacional de Palestina de 1905-1906, de un total de 628,190 personas se cuentan 531,236 musulmanes o el 84.5% de la población, 69,092 cristianos, o el 11%, y 27,862 judíos, o el 4.4%; La gran mayoría de la población, prácticamente todos en Palestina eran entonces hablantes de alguna forma de árabe levantino palestino.
El lingüista e historiador estadounidense-israelí, Paul Wexler, profesor Emérito en la Universidad de Tel Aviv, explica en su amplia bibliografía, pero aquí cito concretamente su libro “Los orígenes no judíos de los judíos Sefardíes”, cómo ha sido construido principalmente durante los últimos 8 siglos este imaginario casi esotérico de un sólo pueblo judío constante a partir precisamente de narrativas cristianas e islámicas. A demás, cito “el rol del judaísmo en la creación y diseminación del cristianismo y el islam ha siempre asegurado un interés considerable en la historia de los judíos y ha conducido a muchos observadores a aceptar al judaísmo y cultura judía post-cristiana y post-islámica como continuación directa del antiguo judaísmo palestino y cultura judía.”
Wexler analiza el judaísmo en el mundo cito “desde su formación hasta aproximadamente el siglo X, eran constructos sincréticos de elementos paganos (en un principio), cristianos e islámicos, y algunos elementos judeo-palestinos en diferentes grados de autenticidad(…)”, analiza también que hasta el siglo XII existía un extenso proselitismo y conversión al judaísmo y más tarde en lugares mayoritariamente cristianos o musulmanes, estas comunidades vivieron un proceso de judeización que creara el imaginario de estos supuestos lazos entre estas diferentes culturas judías y sus religiones con unos supuestos ancestros. Cito “Todas las formas contemporáneas de judaísmo y cultura judía son relativamente recientes constructos no judíos judeizados, en lugar de evoluciones directas del judaísmo palestino y la cultura judía”. Esto es ampliamente conocido por lingüistas e historiadores, aunque contrario a la influenciada y romantizada opinio communalis.
Similarmente, el historiador Keith Withelam, Profesor Emérito de Estudios Bíblicos en la Universidad de Shiffield, analiza en su libro “La invención del antiguo Israel” cómo cito”’El Antiguo Israel’ de los estudios bíblicos es un constructo académico basado en malinterpretaciones de las tradiciones bíblicas y divorciadas de toda realidad histórica”. Obviamente aquí no se disputa la mera existencia de ninguna de las distintas tribus, reinos, grupos etnolingüísticos y literatura religiosa que hayan existido en el Levante sino que se pone en relieve la lectura no científica de las narraciones bíblicas que pregona en el discurso popular, académico y peor aún político y cómo estos imaginarios construídos a partir de retazos de citas bíblicas son utilizados en el presente para legitimar un regimen de apartheid colonial.
Aquí cabe citar nuevamente a Sand, “Los académicos seculares se mantienen inflexibles definiendo al judaísmo histórico y sus descendientes modernos como un pueblo, si bien no un pueblo elegido, pero sí un pueblo único, excepcional e inmune a cualquier comparación. Tal visión sólo podría ser mantenida proveyendo a las masas con una imagen mitológica del exilio de un pueblo que supuestamente tuvo lugar en el siglo primero, pese al hecho de que la elite académica es bastante consciente de que tal exilio nunca realmente ocurrió durante todo el periodo en cuestión. Por esta razón ni un solo libro basado en investigación ha sido escrito sobre el despojo forzado del ‘pueblo Judío’”.
Como ya mencioné, en el próximo episodio, abordando el mito de que “con la fundación del Estado de Israel los judíos regresan a su tierra”, vamos a adentrarnos un poco más en la interesante historia de distintos pueblos del mundo que se convirtieron a diferentes sectas del judaísmo, analizando más elementos históricos, genéticos, y lingüísticos. Aunque tampoco es el propósito hacer un programa exclusivamente de historia judía o historia de las religiones. Es preciso sólo entender que la realidad es mucho más compleja que los sofismas populares de anhelos místicos que atribuyen un carácter legendario y anacrónico a actores contemporáneos.
Algo que nos compete por ahora es aclarar que entre el islam y el judaísmo no existen disputas históricas o dogmáticas que los hagan incompatibles, al contrario. Debido a sus orígenes comunes comparten mucha tradición. En el Islam los judíos y los cristianos son considerados “gente del Libro” y por siglos florecieron vibrantes comunidades judías e islámicas hombro con hombro por todo el mundo islámico, cuya fuerte presencia en las principales ciudades como Bagdad, Córdoba, y Damasco es parte esencial de la historia. Mientras tanto las mayorías cristianas en la Europa medieval, movidas por interpretaciones virulentas y supersticiosas de la Biblia, desarrollaban sañudos sentimientos antijudíos que culminan en persecuciones y desplazamientos forzados. En la Península Ibérica por ejemplo, estos sentimientos antijudíos y anti-islámicos reverberan conforme las alianzas de reinos católicos conquistan este extremo occidental europeo. En 1492, el último Emirato de Granada es derrotado y gran parte de lo que hoy es España queda en manos de los llamados Reyes Católicos Fernando de Aragón e Isabel de Castilla. Esto trajo como resultado el Decreto de la Alhambra también conocido como Edicto de Granada en el que los nuevos regentes de España ordenaban la conversión y bautismo de todos los judíos residentes en los reinos, so pena de expulsión. Muchos de los miles de judíos Andaluces que son expulsados por los nuevos regentes católicos encuentran refugio en el Imperio Otomano, musulmán, quien les abre los brazos. Miles de judíos sefardíes se instalan entonces en los Balcanes, Turquía y el Medio Oriente. El idioma español de estas comunidades judías conocido como judeoespañol o ladino, una forma de español que conserva muchas de sus características del siglo XV, continuó floreciendo e incluso es hablado hoy en día. Muestra de que los judíos procedentes de Iberia prosperaron durante siglos en un imperio mayormente musulmán.
Por su parte la mayoría de los musulmanes en España tras la conquista católica fueron obligados a bautizarse y aceptar el Catolicismo. Años más tarde de cualquier forma serían expulsados de España, pese a ser católicos. A los ex-judíos ahora convertidos al catolicismo sí se les permitió quedarse en el reino español, a los ex- musulmanes católicos no.
Bueno, entonces identificamos algunas de las inconsistencias que han surgido al no someter las narraciones bíblicas al mismo rigor científico e histórico que todas las demás fuentes con las que tejemos el entendimiento del pasado, y que esto ha ayudado a romantizar ciertas interpretaciones y relatos judáicos al grado de extrapolarlos al presente cuando no existen verdaderas conexiones históricas. Si bien aún tenemos entonces que encontrar a partir de dónde sí comienza este llamado conflicto, y si no son religiosas qué otras causas sí son las que han llevado a esta situación, sí es muy importante hacer estas revisiones del pasado antiguo pues es precisamente la constante apelación a un pasado divino de actores actuales uno de los elementos que más entorpecen la discusión clara y sensata.
En una interesante conversación titulada “La influencia sumeria y egipcia en los mitos bíblicos”, cuyo enlace obviamente encontrarán en la información, el Doctor Manuel Forcano, Doctor en filología semítica y hebraísta, el Dr Daniel Turbón, catedrático de antropología física y el Dr Llogari Pujol experto en textos bíblicos, deconstruyen un poco el origen de estos textos.
“Los textos bíblicos son textos antiguos como cualquier otro texto, pero están reunidos y se les ha dado una trascendencia por formar parte de esta biblioteca. Como todo texto antiguo contienen numerosos mitos, en este caso compilados por los hebreos en Babilonia, recogieron ahí mitos y los trasladaron escritos en hebreo a su tradición y luego estos textos eventualmente pasaron a formar la biblia, han pasado a ser conocidos gracias a la biblia aunque eran textos y mitos preexistentes al texto biblíco que formaban parte de las antiguas religiones de la mesopotamia Sumerios, Acadios, etc.”
Recalcan que el antiguo pueblo hebreo, era un pequeño pueblo de entre muchos otros pueblos en el próximo oriente, que se distinguió por ser compilador de textos, “pero en el fondo el pueblo hebreo era uno de los pueblos del próximo oriente y estaba bajo el paraguas cultural importantísimo de la cultura semítica fuerte y potente de la gran potencia cultural y política que fue el mundo mesopotámico; Sumer, Acad, etc, etc.” Hago un pequeño paréntesis para aclarar que los sumerios no eran semitas, sino que les antesceden en mesopotamia, y no sobrevive ni sabemos de algún idioma emparentado.
Bueno, muy importante: hay que entender que número uno, estas tierras de las que hablamos se encuentran habitadas desde los mismos albores de la civilización humana como civilización urbana, por ejemplo tenemos a Jericó, probablemente el asentamiento humano continuamente habitado más antiguo del mundo, cerca del Mar Muerto en Palestina, cuyos primeros asentamientos tienen unos 11,000 años de antigüedad. Alepo, Damasco, Elbil, Biblos, Beirut, al-Quds-Jerusalén, algunas de las otras ciudades aledañas con orígenes milenarios. Numero dos; desde mucho antes del origen de cualquier narración o texto judeo-cristiano hasta nuestros días han existido decenas, o quizás cientos de distintos reinos, ciudades estado, imperios, tribus y pueblos gobernando o viviendo en la región. Los pueblos bíblicos fueron unos entre muchos otros en la región y a través de la historia. Fueron pueblos que hay que entender a demás en su contexto más general semita, de inseparable herencia mesopotámica, fenicia, egipcia, etc. No es como que toda vida humana en la región comenzó con las narraciones bíblicas y que estas cuentan literalmente historia. Ha habido mucho antes y mucho después, y por más tiempo.
Estos académicos discuten sobre los textos bíblicos por ejemplo cómo la historia de Jonás que es una historia casi 100% egipcia; en la historia de Adán y Eva hay un sincretismo entre fuentes Asiro-babilónicas y parte del cuento egipcio antiguo llamado “el náufrago”. Los diferentes capítulos del génesis pertenecen a autores diferentes, siglos diferentes. El mito bíblico de la creación que recoge la tradición hebráica en el génesis, es una readaptación del antiguo mito del Enumaelish, que es el libro babilónico de la creación. El antiguo testamento, lo que sería la Mishna o Biblia Judía, es escrito entre el año 900 AC y el año 100 dc con diferentes autores que no conocemos, con compilaciones de textos sagrados de otras culturas, culturas que incluso creyentes incautos podrían llamar paganas; Moisés, aseguran, “es un personaje fabricado que no ha existido nunca (según su opinión informada), lo han fabricado entre varias narrativas, tomando partes de Sargón (cuya histoia también tiene paralelismos con la del bíblico José el Soñador), un trozo de Sinhue el egipcio, y otra serie de cosas”. La Historia de Sinuhé es un cuento egipcio que se conoce por dos de los papiros de Berlín, el 1499 (B), que contiene algunos fragmentos de la historia, y el 3022 (R). Gran parte del génesis tiene copias casi idénticas del cuento egipcio del náufrago, eso de la palabra creadora, es también un concepto que nos viene de la mitología egipcia. El texto sumerio conocido como el Génesis de Eridu escrito alrederor de 2300 AC (Eridu se encuentra en el actual sur de Irak) es el primer relato del Gran Diluvio, después retomado por el Atra-Hasis akadio, la epopeya de Gilgamesh, y después el libro de Génesis de la Biblia. Esta compilación de mitos de distintas culturas circundantes, que ahora son los textos bíblicos, fue reunida por los hebreos a lo largo de siglos a partir de mitos que ya habían sido escritos al menos mil años antes y que a su vez provenían de mucho más antiguas tradiciones orales.
Similarmente el historiador Jeremy Hughes en su libro Secretos de los Tiempos: Historia y mitos en la cronología bíblica, cito a whitelam al respecto “concluye que la cronología de Jueces y Samuel es una completa creación ficticia de exilo para proveer un esquema de mil años cubriendo la existencia de Israel en Canaan, por lo tanto no puede ser utilizado para proveer una cronología de la historia de Israel”.
A propósito también la construcción literaria de Moisés, un mito ya de cultura pop representado en tantas películas, toda la idea de judíos esclavizados en Egipto, y sobre todo el cuento de que habrían sido los judíos esclavos quienes construyeron las pirámides de Giza es un cuento de hadas sin la menor coherencia histórica. En 1977 el entonces Primer Ministro Israeli Menachem Begin irrisoriamente declaró en su visita a Cairo:” Nosotros construimos las pirámides”, siendo esto, bueno completamente disparatado.
Sabemos que la mayoría de las pirámides en Egipto fueron construidas entre el 2650 AC y el 1750 AC, y que concretamente la Necrópolis de Giza fue completada al rededor del año 2540 AC. Sabemos que alrededor de 10,000 hombres pasaron 30 años construyendo la Gran Pirámide. Sabemos que los constructores de hecho vivían en buenos hogares al pie de la pirámide, que eran bien pagados, recibían buena comida y la mejor atención médica y cuando morían eran honrados en tumbas de piedra cercanas a la pirámide. Trabajaban en turnos de tres meses, lo cual permitía que campesinos trabajaran ahí temporalmente durante las subidas y bajadas del Nilo.
De hecho, la primera evidencia histórica de judíos en Egipto es 2000 años después de que la Gran Pirámide fuera terminada, 2000 años después. Y de hecho no se trataba de tribus hebreas o Israelitas, sino de un pelotón del Imperio Persa quienes se estacionaron en la Isla Elefantina en el Nilo en hoy Aswan, Egipto; esto alrededor del año 650 AC. Este pelotón de judíos persas de hecho pelearon por el faraón contra los nubios y sirvieron de barrera y puente entre estos dos pueblos del alto y bajo Egipto. Es decir, los primeros judíos en Egipto no fueron esclavos sino guerreros. Una vez más nos damos cuenta de que la historia real del judaísmo es mucho más rica y puede ser mucho más interesante que la mitología que se cuenta. La historia de estos judíos persas se conoce sobre todo por el Papiro de Elefantina en idioma Arameo, de hecho, no Hebreo. Su religión era una mezcla entre judaísmo y politeísmo, como ya mencionamos ocurre con lo que era llamado judaísmo en ese entonces. Incluso, en el papiro se evidencía que algunos de ellos llegaron a poseer esclavos egipcios. Otra fuente que atestigua esta primera presencia de judíos persas en Egipto es la carta de Aristeas escrita en Grecia en el segundo siglo AC quien les menciona ayudando al Faraón Psammetichus I quien governó entre el 664 ac y el 610 ac.
Por otro lado tenemos que no fue sino hasta poco antes del año 1000 AC que varias tribus semitas se aliaron en Canaan para formar un reino independiente que sería llamado el Reino de Israel, el cual duraría a penas unos 300 años como tal y lo lo cual sucede 600 años después de que la última de las grandes pirámides egipcias fuera terminada, es decir, ningún israelita vivió en esa época.
No existe ningún registro, archivo o evidencia que atestigüe que alguna vez hubo un éxodo de judíos esclavos desde Egipto. Los egipcios sí registraban minuciosamente toda su historia, todos sus eventos. No existe ni una sola referencia en ningún lado sobre ninguna plaga, esclavos judíos, edictos para matar bebés, ninguna persecución o éxodo. Nada. Y tampoco existe ningún periodo de tiempo en el que esto hubiera podido coincidir. Ninguna de las dinastías egipcias, sobre las cuales sí hay bastantes fuentes coincide con estas mitologías herbráicas.
Lo que sí existe son varias versiones anteriores muy similares a los relatos de la Biblia Hebrea pero contados por diferentes civilizaciones anteriores a la inscripción de los textos bíblicos.
En fin, el propósito de esta discusión no es desacreditar a las religiones judeo-cristianas/ islámicas, sino de darnos cuenta de que la historia de pueblos y de lugares no tiene un comienzo como tal que convenientemente le asignan muchos para justificar sus narrativas disparatadas; todo relato tiene antecedentes y contexto. A demás los hechos históricos suelen ser mucho más complejos, y subjetivamente fascinantes, que las mitologías que proveen de más simplistas y fantásticas explicaciones dogmáticas. Como acertadamente apunta el historiador palestino Nur Masalha al introducir su libro “Palestina: una historia de cuatro mil años”: cito “Las narrativas bíblicas son literalmente imaginación, adaptación, teología y memorias sancionadas, no historia.” (Masalha, 2018, 23). Los pueblos bíblicos eran sólo unos pueblos entre varios otros en un contexto cultural en este caso definido por Mesopotamia y Egipto, y cuyas historia se asemeja a la de todos los pueblos de alrededor: migraciones, tribus, alianzas, ciudades-estado reinos, e imperios que se forman y desintegran.
El hecho de que antiguos reinos no existan hoy en día no quiere decir que sus habitantes desaparecieron o fueron transportados a otro lugar planeando una reconquista. Los habitantes de la tierra perduran, llegan nuevos soberanos e imperios y con ellos se añaden personas e ideas; llegan nuevas lenguas dominantes, los idiomas se adaptan. Es esta precisamente la esencia del pueblo palestino y los pueblos del Levante en general previo a la colonización sionista. El historiador británico James Parks explica en su libro La Historia de Palestina, en 1949 cito “los muchos cambios de regente en Palestina no han de hecho sido acompañados por alteraciones masivas en la población. Ha habido casos en que los nuevos regentes significaron sólo la adición de una nueva clase oficial. Hubo, por ejemplo, algunos nuevos colonos romanos o turcos en el área; pero aún cuando nuevos gobernantes significara nuevos colonos, igual que con los israelitas originales, los griegos, los árabes o los cruzados, los recién llegados no desplazaban a la población existente. Por ello en la población palestina encontramos rastros de todos los estratos desde el neolítico hasta nuestros tiempos.”
Esto es de hecho importantísimo, clave para entender la irreverencia del proyecto sionista del “Estado de Israel”. A través de la historia la población que ha habitado Palestina ha perdurado adaptando ciertos elementos culturales y lingüísticos y conservando otros. No es como la narrativa obtusa y boba de que una población monolítica es simplemente reemplazada por otra población monolítica. Los apologistas del sionismo y su colonialismo se creen de alguna manera descendientes directos de alguien que vivió en Palestina hace dos mil años y que supuestamente después se estableció en Europa a la vez que consideran a la población que de hecho ha vivido en Palestina todo este tiempo como foránea! Les llaman a los palestinos “árabes” con desprecio y su narcisismo colonial incluso les hace creer y expresar que los palestinos son de hecho los extranjeros, los invasores.
Es decir, sin hacer prácticamente nada un polaco o neoyorquino judío puede emigrar al llamado Estado de Israel con financiamiento y apoyo y mudarse a una casa de donde han sacado a una familia palestina a punta de pistola o a un asentamiento ilegal de apartheid en tierra que incluso la Comunidad Internacional y las Naciones Unidas consideran como Ilegalmente Ocupada; y ese mismo inmigrante polaco o neoyorquino no solo gozará de muchos más derechos y beneficios que la población que siempre ha habitado Palestina, sino que se creerá incluso “indígena de Israel” mientras que quienes realmente descienden de todos aquellos que han vivido en esta tierra por milenios son considerados como extranjeros, foráneos, invasores. Pese a su estulticia, esto es algo que los sionistas suelen repetir ad vomitum, los palestinos son “árabes” foráneos, mientras los sionistas pese haber llegado en barcos a Palestina hablando otros idiomas son de alguna manera la población nativa de ahí. Esto se analizará más de cerca en el próximo episodio.
Un paréntesis muy básico y esencial, que quizás debí haber abordado desde el primer episodio. Es preciso darnos cuenta de la terminólogía básica que se utiliza para hablar de Palestina/ Israel. Por qué se habla de judíos y árabes si estas dos palabras ni siquiera se encuentran en el mismo campo semántico. Si vamos a hablar de religiones entonces hablamos de judíos, musulmanes, cristianos, etc. Si hablamos de grupos etnolingüísticos entonces ya podemos hablar de árabes, eslavos, germanos, persas, etc. tan amplio como solo decir árabes o germanos o tan específico como decir árabe levantino palestino de Kafr Kanna o wixárika del Este, de Keriwite, Tuapurie las Latas Mezquitic. Si vamos a hablar de nacionalidades entonces ya hablamos de palestinos, israelíes, libaneses o sirios. No podemos hablar de árabes en un lado y judíos en el otro porque eso implicaría que alguien no podría ser árabe y judío, cuando los hay por millones; a demás hay millones de judíos que nada tienen que ver con el Estado de Israel. No comparamos a un grupo etnolingüístico con una religión ni a una nacionalidad con una religión. La misma forma en que se habla y describe esta situación no tiene siquiera coherencia lingüística. Es decir, hablar de problema árabe-israelí o judío-árabe, o cualquier supuesta dicotomía cuyos elementos no concuerden semánticamente no tiene ningún sentido. Hay árabes judíos, musulmanes, cristianos, Baha’i, samaritanos, y de cualquier otra o ninguna religión; así como hay Eslavos cristianos, judíos, musulmanes, etc., persas cristianos, judíos, musulmanes, o cualquier otro, germanos cristianos, judíos, o cualquier otra religión.
Como mencionamos también en el programa anterior, un judío del Este de Europa no comparte lazos étnicos, lingüísticos, o culturales con un judío etíope por ejemplo, todos los elementos que componen a un pueblo son distintos más allá de algunos rasgos de su religión ya que incluso los tipos de judaísmo que practican son bastante deferentes. Sus lenguas, sus genes, sus prácticas agrícolas, sus tradiciones culinarias (porque kosher tampoco nunca ha sido monolítico), su relación con sus ecosistemas, todos los elementos de un pueblo son distintos entre ellos, quienes no obstante sí comparten varios de estas características con las demás comunidades de sus respectivas geografías. Es decir, los judíos iraquíes comparten mucho más con el resto de los iraquíes de las demás religiones que con un judío alemán. Lejos de desestimar a las culturas judías del mundo, desmitificar su entendimiento es reconocer la riqueza y particularidad de cada una y cómo éstas han florecido en distintas geografías. En el próximo episodio nos adentramos más en esta discusión.
Los sionistas les llaman a los palestinos simplemente “árabes” en un intento discursivo orientalista por desestimar y negar la particularidad de la cultura palestina, pero esos sionistas no parecen darse cuenta de que ya que los judíos en todo el levante hablaban arameo desde alrededor del siglo 4 AC, bajo su misma lógica los judíos en Palestina habrían de ser también extranjeros en aquel entonces ya que el arameo viene del norte de Siria. Y todavía peor recordemos que el idioma de la mayoría de judíos ashkenazi, es decir, judíos del Este de Europa que son quienes finalmente establecieron el sionismo y el Estado de Israel, es el yiddish, un idioma germánico.
Algo que escuchamos seguido de sionistas es que “los árabes tienen muchos países, pueden irse a cualquiera de ellos, los judíos sólo tienen un país” más o menos como si alguien, en un intento racista por justificar la colonización y limpieza étnica de Bolivia por ejemplo, dijera que los “latinos” tienen muchos países a dónde irse, esos bolivianos expulsados no son más que latinos que pueden irse a Argentina, Dominicana, Brazil, México o cualquier país que los colonos consideren latino. Esto sólo es una muestra de lo abiertamente racista que es el discurso y entendimiento sionista.
Aún más allá por esta línea, como brevemente mencionamos en el episodio anterior, las tribus semitas forman parte de una familia lingüística mucho más antigua y amplia llamada Afroasiática, la cual reúne a cientos de idiomas y bueno, pueblos, por todo el oeste de Asia y Norte de África. Desde por ejemplo el Egipcio antiguo, asirio babilonio, arameo, árabe en todas sus formas, Somalí, Amhara de Etiopía y el hebreo antiguo (el hebreo moderno como mencionamos anteriormente es una reconstrucción que llevaron acabo sionistas en Europa a finales de los 1800s y no empezó realmente a ser hablado y enseñado sino hasta los 1900s, es principalmente fruto del trabajo del bielorruso Eliazar Perlman también conocido como Eliezar Ben Yehuda, cuya obra la verdad es que es muy interesante, bueno, ya que el hebreo murió como lengua hablada hace unos 2300 años, y el hebreo moderno es una readaptación. El lingüista e historiador israelí Paul Wexler incluso considera al hebreo moderno más bien una lengua eslava); Bueno, entonces esta enorme familia lingüística, desde el Akadio de la antigua babilonia hasta el pueblo Hausa en Nigeria, Camerún y Chad; del Fenicio y Ugarítico, al Tuareg y Kabyle del Sahel tienen en común un mucho más antiguo pueblo que ahora reconstruimos con el nombre de proto-afroasiático, que habría vivido entre 12 y 18 mil años atrás, cuyo urheimat es decir su lugar de origen, no estamos 100% seguros, se apunta a la cuenca del Nilo, o el Valle Oromo en Etiopía, o el Cuerno de África, y que a través de la migración por milenios fue diversificándose conforme las tribus se separaban hasta llegar a sus geografías actuales. Los sionistas que desde el siglo pasado se empeñaron en la colonización de Palestina y la implantación del llamado Estado de Israel, hablaban lenguas indoeuropeas, principalmente germánicas y eslavas, sin relación filológica con el Levante.
Esta evidencia filológica dista mucho de las narraciones que se utilizan hoy en día anacrónicamente para justificar la colonización en plenos siglos xx y xxi. De aquí que la antropóloga Elizabeth Tonkin en su libro “Narrando nuestros pasados: la construcción social de la historia oral” declare, cito“ Claramente, las percepciones del pasado son políticas y tienen importantes ramificaciones en el mundo moderno debido a que la identidad personal y social es o confirmada o denegada por estas representaciones”. Paralelamente, en un artículo de la American Psychological Association que comparto aquí, citan varios estudios en los que notan que existe una remarcable parcialidad congitiva generalizada hacia favorecer el pensamiento sobrenatural o contraintuitivo. Por ello es preciso estar alerta a la construcción de identidades actuales basadas en percepciones del pasado a su vez influenciadas o determinadas por un pensamiento que tiende a favorecer las explicaciones mágicas o sobrenaturales. En pocas palabras podemos tomarnos con un grano de sal como mínimo, a cualquier movimiento político moderno que se base en una construcción identitaria basada en un pasado antiguo místico.
Bien, hemos estado hablando mucho del pasado distante para explicar cómo éste y las ideas que se construyen sobre éste en el presente no tienen relación histórica ni lógica con la colonización actual de Palestina. Es por lo tanto necesario enfocarnos en explicar qué situaciones sí han llevado a la deplorable situación actual.
Por esta razón no haré por el momento un recorrido más detallado de los siglos y bueno, casi dos milenios de historia de la región que pasaría luego del dominio romano a uno bizantino, luego por los primeros califatos Rashidún, luego los Omeyas y Abbasís, el periodo Fatimí, luego los casi 200 años de diferentes Estados cruzados, más tarde los Ayubíes, Mamelucos, y finalmente Otomanos hasta principios del siglo XX. Si bien obviamente cada uno de los diferentes regentes en Palestina dejaron su marca de cincel en mayor o menor medida, el pueblo ahí arraigado perdura y evoluciona naturalmente.
Localizar específicamente un evento que se considere el inicio del conflicto queda sujeto a mucho debate. Algunos autores se inclinan por señalar la Declaración Balfur de 1917, que a demás de marcar el inicio del yugo británico que controló y aplastó Palestina por las siguientes 3 décadas, el entonces ministro británico de asuntos exteriores Arthur Balfur declara su intención y promesas al banquero sionista Walter Rothchild (la pronunciación más cercana es Rothchild y no Rothchild pues viene del germano escudo rojo) de crear un “hogar nacional para los judíos”. Otros podrían por ello apuntar al entonces secreto acuerdo Sykes-Picot entre Inglaterra y Francia en 1916 en la que ambos Estados acuerdan cómo dividirse el Medio Oriente entre ellos en la última etapa de la Primera Guerra Mundial. Otros autores miran más al Primer Congreso Sionista de 1897 en Basel Suiza, o más precisamente el segundo congreso, también en Suiza en 1898 pues ahí se crean las primeras instituciones de colonización sionista. El historiador Walid Khalidi considera pues a estos congresos los padres biológicos de la situación en Palestina, que no hubieran podido llevarse a cabo sin la Declaración Balfour. Es importante entender todos estos eventos con sus debidos contextos históricos, en pleno hervor del nacionalismo e imperialismo europeo. Resaltamos entonces que hasta ahora todo parece tener origen en Europa, por Europeos decidiendo entre ellos el destino de otra área y otra gente del mundo, obviamente ausente de la discusión de su futuro.
Yendo un poco atrás, previo al advenimiento del sionismo, tenemos un antecedente que cabe mencionar. Si bien no es un hecho directamente relacionado con lo que ahora ocurre, sí manifiesta la renovada ambición de añadir al levante en la esfera de influencia de imperialismos europeos nuevamente tras el periodo de cruzadas casi 600 años atrás. En 1798 en un intento por desmembrar al Imperio Otomano y cortar el fácil acceso para los británicos a India, Napoleón lanza sus campañas en Egipto y Siria, incluyendo a Palestina. En 1799 sitia durante dos meses Acre y por unos días Jaffa, ambas en la costa palestina y notablemente llama a la población judía de tierras otomanas a levantarse contra el imperio turco y apoyar al francés. Finalmente Napoleón no logra hacerse con el control definitivo y se retira por completo de la región en 1801.
Inglaterra ya entonces tenía los ojos puestos en Egipto sobre todo para mantener una base de operaciones en el mediterráneo contra el Imperio Otomano y luego como una base importante de su imperio colonial en África. Más tarde no obstante, el creciente poder del virrey otomano de Egipto, Mohammed Ali de Egipto, quien como comandante militar expulsara a Napoleón y la ocupación francesa y fuese el responsable de una modernización en Egipto amasando gran influencia, llevó a Inglaterra en 1840, a través de su ministro de asuntos exteriores, Lord Henry Palmerston a pactar con el propio gobierno otomano en Estambul un plan para aumentar la inmigración y asentamiento de judíos europeos y así limitar la influencia del mandatario egipcio en Palestina.
Estos juegos geopolíticos son considerados por muchos historiadores como las semillas del sionismo político. En su tesis “Los orientalistas británicos, Lord Palmerston y los orígenes imperialistas del Sionismo Político 1831-1841” el historiador y académico Mateo Farzaneh explica cito “se concluye que la idea original de un Estado judío nació de la política de Lord Palmerston de crear una colonia judía en Palestina con el propósito de mantener hegemonía francesa y rusa en la provincia otomana de Siria y mantener al diligente virrey egipcio Mohamed Ali Pasha fuera de esta área geográfica. Para poder llevar a cabo tal plan, Palmerston creó la ‘doctrina de protección judía’, que instaba a la política británica a ayudar a los judíos europeos a migrar a y asentarse en Palestina, a quienes después el mismo gobierno británico tendría que proteger”.
A pesar de no ser una idea bien recibida por la gran mayoría de las comunidades judías, algunos millonarios europeos comenzaron a financiar pequeñas campañas de colonización y asentamiento en Palestina. Notablemente el Baron Edmond de Rothchild (sí, otro Rothchild), quien comenzó a visitar Palestina en los 1880s gastando más de 14 millones de francos para establecer las primeras 30 colonias judías llamadas yishuv, o asentamientos. La primera de ellas, Rishon le Tzion, significa Primero en Sión, fundada en 1882. De acuerdo a la biblioteca judía virtual no es sino hasta 1890 que el escritor judío vienés Nathan Birnbaum acuña los términos sionismo y sionista, y en 1893 Sionismo Político. Muchas de las ideas de Birnbaum serían posteriormente retomadas por Theodor Herzl en 1896 en su libro El Estado Judío que marcaría más formalmente el inicio de un movimiento organizado con algunos objetivos claros específicamente la fundación de un Estado exclusivo para judíos, siendo Herzl su principal vocero e ideólogo.
A este primer flujo migratorio hacia Palestina durante la gestación temprana del movimiento sionista se le conoce como la Primera Aliyah que significó la migración de unas 25,000 personas entre 1882 y 1903 quienes mayormente no tenían el objetivo de formar un Estado en sí sino simplemente comunidades agrarias judías. No existen cifras oficiales pero se estima que al menos la mitad o hasta el 90% de estos colonos terminaron por abandonar Palestina y regresar a sus hogares al fracasar su intento por construir comunidades rentables económicamente.
Ya desde estos albores del colonialismo sionista en Palestina tenemos evidencia de su carácter hostil y despótico. En 1891 el famoso ensayista y pensador sionista liberal Asher Zvi Ginsberg, conocido también como Ahad Ha’am, reporta de su viaje a Palestina escribiendo duras críticas sobre el comportamiento agresivo y el etnocentrismo político de los colonos cito ”Ellos creen que el único idioma que los árabes entienden es el de la violencia y se comportan con hostilidad y crueldad contra los árabes, violan injustamente sus límites, les propinan golpizas humillantes sin razón alguna e incluso se jactan de ello. Y nadie se molesta en detenerse y revisar esta tendencia despectiva y peligrosa.” “Poco parece haber cambiado desde que Ahad Ha’am escribió estas palabras”, comenta el historiador israelí Avi Shlaim. Ese mismo año 1891, se funda en Londres la Asociación para la Colonización Judía por el aristócrata alemán Barón de Hirsch. En 1896 el austro-húngaro Theodor Herzl escribe su famosa obra Der Judenstaat, el Estado Judío, llamando a la creación de un Estado judío como tal.
El siguiente año, 1897, se reúne el Primer Congreso Sionista Mundial en Basel Suiza y se funda la Organización Mundial Sionista, famosamente el líder sionista socialista Nahman Syrkin declara que Palestina debía ser evacuada de su población para la llegada de los judíos, marcando la pauta colonial que habría de seguir el sionismo hasta nuestros días: la expulsión de la población nativa a fin de tener un Estado con mayoría absoluta judía. ¡No obstante, en ese mismo año la población judía en Palestina era tan solo del 3.8%!, la mayoría de quienes ni siquiera querían la implantación de un Estado judío y rechazaban al sionismo. Es decir, una asamblea de europeos en Europa, en el contexto de colonialismos, nacionalismos e imperialismos europeos previos a la Primera Guerra Mundial, planeó conquistar un país e implantar un Estado colonial exclusivamente para los miembros de una religión que representaba a penas una ínfima minoría, ¡rechazando al 96.2% de la población que ahí vivía!
A esta tendencia supremacista se le conoce como terra nullius, o tierra de nadie, un concepto típico del colonialismo que ignorando la existencia y los derechos de los pueblos indígenas describen a cualquier territorio que no esté sujeto a la soberanía de ningún Estado Europeo como una tierra vacía o de nadie que puede ser adquirida por la ocupación o el colonialismo.
En 1898 se funda el Fondo Colonial Judío, en 1900 la Asociación de Colonización Judía, encargadas de financiar y facilitar la inmigración de judíos de Rusia y Europa del Este hacia Palestina y el establecimiento de colonias. En 1901 el millonario francés Baron Edmond de Rothchild funda el infame Jewish National Fund, con la misma función de adquirir tierras para establecer colonias. Hoy en día esta organización funciona todavía, enmascarada como organización de caridad, e incluso registrada como organización sin fines de lucro con privilegio de exención de impuestos en muchos países. Se encarga reunir fondos y literalmente de la expulsión de palestinos de sus hogares, la destrucción de casas y el apoderamiento ilegal de propiedad palestina para transferírsela a nuevos inmigrantes exclusivamente de religión judía. Ésta es realmente una de las organizaciones más perversas que existen hoy en día literalmente orquestando lo que son reconocidos internacionalmente como Crímenes de Lesa Humanidad.
El Imperio Otomano, habiendo gobernado Palestina desde 1516 desde un gobierno central en Estambul poseía todavía muchas instituciones feudales. Grandes extensiones de tierra por ejemplo eran oficialmente propiedad de familias de terratenientes muchas veces ubicados en otras áreas del vasto Imperio Otomano. Habitadas no obstante por decenas de miles de campesinos quienes pagaban una cuota anual por trabajar la tierra.
De esta forma muchas de las primeras instituciones de colonización sionista en Palestina reunían dinero en Europa para comprar grandes cantidades de tierra de terratenientes fuera de Palestina y una vez adquirida, expulsaban a los campesinos palestinos. Poco después, cuando la Corona Británica se apoderara de la región, los sionistas comprarían tierra Palestina directamente al gobierno británico de ocupación, más tarde y con la creación del Estado de Israel no hubo necesidad de comprar más y la tierra simplemente comenzó a ser anexada, expropiada, apropiada, robada.
Los problemas no se hacen esperar obviamente. En 1901 y en 1904 campesinos palestinos protestan contra el despojo de tierra en el área de Tiberias.
En 1904 comienza lo que se conoce como la Segunda Aliyah, la segunda gran ola de migración a Palestina. En un periodo de 10 años entre 35 y 40 mil judíos llegaron a Palestina principalmente de Rusia; huían de una sangrienta persecución, los pogroms rusos, terribles levantamientos antijudíos por todo el Imperio Ruso. Culpando a las comunidades judías de todo tipo de mentiras. Los linchamientos, huelgas, destrucción de sus propiedades y matanzas cobraron la vida de miles de judíos por todo el Imperio Ruso.
La paradoja es que el primer pogrom es considerado el pogrom de Odessa, hoy Ucrania, donde se acusó a los judíos de apoyar precisamente a los Otomanos y simpatizar con las autoridades otomanas ayudándoles en el asesinato del Patriarca de Constantinopla Gregorio V.
Cabe mencionar que sólo una diminuta fracción de los judíos que salieron de Europa en ese entonces emigró a Palestina. En contraste por ejemplo, en un periodo similar de 1881 a 1924, Según los registros de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, más de dos millones y medio de judíos del Este de Europa llegaron a Estados Unidos. Solamente el 3% de los judíos que salieron de Europa se dirigieron a Palestina. Es decir, la fantasía colonial de crear un Estado de Israel para la reconstrucción de un reino divino en Palestina no fue ni atractivo ni era una aspiración para la vasta mayoría de judíos hasta la mitad del siglo XX.
Hoy en día el término de Aliyah sigue siendo utilizado como eufemismo de colonización. Literalmente significa ascensión, y así llaman a la migración de judíos sionistas al Estado de Israel, aunque cientos de miles de ellos vivan en colonias ilegales en territorio que incluso las Naciones Unidas consideran como Territorio Palestino Ocupado. El Estado de Israel fomenta la migración masiva de toda persona que pueda comprobar que al menos un padre o abuelo practicó el judaísmo, o cualquiera que se haya convertido a esta religión; a cambio de un obligatorio y extenso servicio militar, cualquier judío sionista puede reclamar ciudadanía y hasta indigenismo, incluso tomar posesión de una casa de la que una familia palestina está siendo expulsada con fuerza militar. Muchas de las ya mencionadas organizaciones se encargan de la expropiación o robo de propiedad palestina siempre con ayuda del ejército israelí, el IDF.
Regresando a la historia, otros muchos esfuerzos coloniales se fraguaban y financiaban en distintas ciudades europeas. Arthur Ruppin, el ideólogo sionista de quien hablamos en el capítulo anterior, discípulo de los principales racistas, eugenecistas ideólogos Nazis, quien abogaba por la supremacía racial y consideraba a los judíos europeos como miembros de la raza blanca superiores a los judíos árabes o etíopes, emigra a Palestina desde Alemania en 1908 y funda la Palestine Land Development Company y la Oficina de Colonización de la Organización Sionista en Jaffa, la costa central palestina. Estas organizaciones usaban fondos del JNF y otros inversores privados para adquirir tierra en Palestina y poblarla con nuevos inmigrantes judíos. Muchos de los gobiernos europeos cuyos nacionalismos estaban desarrollando fuertes sentimientos antijudíos verían con beneplácito la oportunidad de deshacerse de su población minoritaria.
Durante la Primera Guerra Mundial los británicos comienzan a idear cómo hacerse del control de las provincias del débil Imperio Otomano. En 1915 pactan alianza con Sharif Hussein el gobernante de la familia Hashemita de la provincia de Hijaz, hoy la costa Oeste del llamado Reino de Arabia Saudita, para que éste liderara revueltas contra los Otomanos, a cambio de apoyarle en un futuro reino árabe que incluyera el Levante y la Península Arábiga, cosa que obviamente los británicos terminan incumpliendo.
Al mismo tiempo, en un movimiento tramposo, los británicos también negocian con Francia. Tras varias negociaciones entre los franceses y británicos en 1916 literalmente se sientan a esbozar las líneas que trazarían el mapa de todo el Medio Oriente en lo que se conoce como el tratado Sykes-Picot. Concretamente definiendo la influencia francesa en hoy Líbano, parte del Norte de Palestina y casi todo Siria, y el dominio inglés en gran parte de hoy Jordania e Irak, designando la mayor parte de Palestina como área internacional ya que no pudieron llegar a un a cuerdo pues ambos deseaban su control. Naturalmente las aspiraciones de la población no eran tomadas en cuenta, para ese entonces ya las primeras formas de nacionalismo árabe afloraban llamando por independencia y rechazando todo colonialismo e imperialismo europeo, incluyendo al sionismo.
No obstante el acuerdo con los franceses, el gobierno británico se empeña en el control de Palestina, pues no quiere dejar fuera de su influencia el área inmediata al banco Este del Canal de Suez. (Inglaterra ya se había hecho con el control de Egipto desde 1882). Por ello, en una nueva jugada sucia, a penas firmó el acuerdo con los franceses, el negociador inglés Mark Sykes se dirige al liderazgo del Movimiento Sionista para negociar de esa forma un esquema en el que validando oficialmente las aspiraciones del Movimiento Sionista, Inglaterra pudiera tomar el papel de regente en Palestina, de esa forma Inglaterra saliéndose con la suya de controlar los territorios de Irak y a su vez Palestina. Citando al historiador Basheer Nafi “Muchos historiadores dicen que si no hubiera existido ya un movimiento sionista, los británicos hubiesen inventado uno”.
En 1917 el Ministro de Asuntos Exteriores Sir Arthur Balfour le escribe al banquero británico Walter Rothchild una carta que terminaría siendo un parteaguas en la historia, el primer documento que oficializa la aprobación por parte de cualquier potencia al proyecto sionista de establecer un Estado colonial en Palestina. La carta dice lo siguiente: “Estimado Lord Rothschild: Tengo gran placer en enviarle a usted, en nombre del gobierno de su Majestad, la siguiente declaración de apoyo a las aspiraciones de los judíos sionistas que ha sido remitida al gabinete y aprobada por el mismo. El Gobierno de Su Majestad contempla con beneplácito el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo, entendiéndose claramente que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina, o los derechos y el estatus político de los judíos en cualquier otro país.”
Es crucial detenernos y reflexionar un momento lo que sucede. Cito nuevamente al historiador Israelí Avi Shlaim “Gran Bretaña no tenía el derecho legal, político o moral para prometer la tierra que pertenecía a los árabes palestinos a otra gente, así que la Declaración Balfur es ambas ilegal e inmoral”.
A demás, lamentablemente desde sus inicios el proyecto sionista no consideraba tales “derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina” pues la mera concepción del Estado Judío abiertamente requería excluir a la población de Palestina prácticamente en su totalidad. De ello encontramos literalmente cientos de ejemplos.
Citando al líder sionista quien se convertiría en el primer Primer Ministro del Estado de Israel, el polaco David Grün, luego conocido como Ben Gurión, “Los árabes tendrán que irse, pero uno necesita un momento oportuno para hacer que esto pase, algo como una guerra” otra cita “La transferencia forzada de los árabes palestinos de los valles del propuesto Estado Judío podría darnos algo que nunca hemos tenido” otra cita “En muchas partes del país nuevos asentamientos no serán posible sin la transferencia de los campesinos árabes palestinos… El poder de los judíos que crece constantemente también aumentará nuestras posibilidades de llevar a cabo esta transferencia a gran escala” otra cita “Con la transferencia obligada tendremos una vasta área para asentamiento… Yo apoyo la transferencia forzada, no veo nada inmoral en ello”. Transferencia es un eufemismo para limpieza étnica, es decir, la expulsion forzada y /o masacre de la población autóctona. Cito también de los archivos de la Hagana “Las poblaciones palestinas que resistan dentro del Estado Judío tendrán que ser destruidas y sus habitantes expulsados fuera de las fronteras del Estado Judío. A su vez, los residentes palestinos de los barrios urbanos que dominen acceso o salida a las poblaciones deben de ser expulsados fuera de las fronteras del Estado Judío en el evento de su resistencia”.
La situación para los campesinos palestinos sólo empeoraba. Por ejemplo, en 1918 El JNF y las organizaciones de colonización de Ruppin comienzan la adquisición de tierras en Marj Ibn Amer, en el Valle de Jezreel al Sur de Nazaret, haciéndose de más de 1000 hectáreas desde entonces hasta 1925, ya comprando tierra directamente al mandato británico. Tras la adquisición de este extenso terreno los sionistas expulsaron de ellas a más de 60,000 campesinos palestinos que en ellas habitaban. Cabe mencionar que ya desde 1909 había sido formado el primer grupo armado sionista en Palestina el llamado Hashomer que para 1920 formaría uno de los grupos terroristas con mayor actividad en la región, la Hagana. Es decir, los primeros eventos que claramente dan inicio a la limpieza étnica de Palestina comienzan ya desde las primeras décadas de colonización.
Si bien Inglaterra ya había capturado Al-Quds-Jerusalén el 11 de diciembre de 1917, en 1920 con el Tratado de San Remo, se designa que Palestina quedaría bajo mandato británico, quienes de inmediato toman el control de la venta de tierras palestinas estableciendo una serie de reformas para poner en manos del Estado la mayor cantidad de tierra posible misma que vendería al JNF y los distintos organismos de colonización sionista con financiamiento Europeo y ya también estadounidense. En otras palabras, los británicos literalmente vendían un país ajeno, perteneciente a un pueblo que literalmente es expulsado por los compradores foráneos. Por lo tanto, esta creciente colonización ya armada, amparada por el yugo colonial británico, causando el desplazamiento forzado de decenas de miles de palestinos rápidamente causó una fuerte reacción entre la población nativa quienes resentían la hostilidad de los colonos sionistas. Las protestas y huelgas en contra de la colonización sionista y el despojo y evicción que significaba para los habitantes de palestina crecieron, cada vez con más violencia. En 1920 los disturbios ya comienzan a cobrar sus primeras víctimas, y para la primera semana de mayo de 1921 los enfrentamientos en Jaffa matan a 68 palestinos y 47 colonos sionistas. Sin ningún éxito, los palestinos exigen la intervención justa de los ingleses, quienes se niegan a atender las demandas del pueblo. El Congreso Nacional Palestino que se reunía anualmente desde 1919 envía emisarios a Londres para exponer la gravedad de la situación y el peligro que corrían cientos de miles de Palestinos por las crecientes evicciones y violencia. De nada sirvió. Inglaterra parecía ya estar decidida a transferir la totalidad de palestina al nuevo estado satélite europeo que prometía el sionismo.
Otro suceso clave en estas primeras décadas fue el de Wadi al-Hawarith, en la planicie de la costa palestina entre Haifa y Jaffa hogar de unos 1500 beduinos palestinos. Las 3000 hectáreas pertenecían oficialmente a una familia libanesa que aparentemente había adquirido deudas de un particular francés quien ahora reclamaba la propiedad. El mandato británico resolvió que expropiaría la tierra si no se llegaba una solución. En 1929 el JNF entonces sobornó al juez con 2700 libras y el mandato británico terminó vendiendo la tierra al JNF quien de inmediato se dispuso a expulsar a las familias palestinas. No obstante, inesperadamente, armados de palos y piedras los palestinos resistieron su expulsión durante meses. Esta lucha se convirtió en uno de los primeros símbolos de resistencia palestina. Tristemente toda esta área fue completamente limpiada étnicamente de sus habitantes durante la Nakba, o las operaciones de limpieza étnica de 1948 para formalmente establecer el Estado de Israel. Los sionistas sólo dejaron cuatro casas sin destruir en esta área.
Bajo este auspicio británico, la inmigración de sionistas a Palestina crece aceleradamente. En 1929 comienza lo que se conoce como la quinta ola de inmigración sionista, que trae a más de 250,000 sionistas y con ello, la construcción de nuevos asentamientos y la expulsión de los habitantes palestinos. Esto significaría el recrudecimiento de la violencia a niveles que no han bajado desde entonces.
A los eventos que en este contexto estallaron en el verano de 1929 se les conoce como la revuelta de Buraq. El historiador Israelí Illan Pappe analiza detalladamente lo sucedido en su libro “La aristocracia de la tierra: La Familia Huseini”. Por todo Palestina, como es bien sabido, existen varios sitios sagrados para las religiones cristiana, judía y musulmana, y cualquier derivado. Autoridades religiosas habían sido tradicionalmente encargadas de su administración, garantizando el acceso a todas las confesiones para sus prácticas religiosas de acuerdo a normas y restricciones. Ya desde la toma de al-Quds-Jerusalén por parte de los británicos en 1917, los sionistas expresaron su interés por comprar el área del muro occidental que forma parte del complejo de Haram al Sharif en la ciudad vieja de al-QudsJerusalén. Alentados por el favoritismo del mandato británico y la confianza de una creciente población de colonos, los sionistas comenzaron a establecer presencia permanente en el área del muro y la mezquita de Haram al Sharif a su vez declarando que habrían de construir un nuevo templo judío sobre la mezquita, uno de los sitios más sagrados para el islam. Imprimieron imágenes en las que representaban un nuevo templo construido en el lugar donde estaba la mezquita y usaban estas imágenes como propaganda para obtener fondos de posibles donantes europeos y estadounidenses al proyecto sionista.
Cada vez más insistentemente, los sionistas exigían al gobierno británico que les vendiese el área del muro y la mezquita y comenzaron a instalar toldos sillas y paredes divisorias en la explanada del muro. A mediados de agosto de 1929, una multitud de sionistas se reunieron frente a la casa del gobernador inglés en Jerusalén y marcharon de ahí a la explanada de la mezquita y el muro con banderas sionistas y gritando “¡El muro nos pertenece!”
Estas explícitas amenazas de estas crecientes hordas de personas recién llegadas ahora queriendo apoderarse de los sitios sagrados y destruirlos para construir un nuevo templo judío desde luego alarmó a los palestinos de todas las confesiones que llevaban 3 décadas sufriendo de el patrón de colonizadores llegando, campesinos palestinos expulsados de sus tierras. Violentas protestas estallaron al día siguiente dejando a un joven palestino y un joven sionista muertos. Las autoridades británicas entonces decidieron armar a las milicias sionistas lo que obviamente resultó en una mayor violencia. En esa semana sangrienta 116 palestinos musulmanes y 133 judíos perdieron la vida.
Entre estas víctimas se encontraban 24 estudiantes de la Yeshiva de al Khalil-Hebron, (una Yeshiva es una escuela religiosa judía) quienes tristemente eran judíos ortodoxos anti sionistas. El Rabino Baruch Kaplan, quien era uno de los estudiantes de tal yeshiva al momento del levantamiento narra sus memorias en una entrevista recopilada por la organización Judía Ortodoxa Neturei Karta. Cito “cuando yo estaba en Hebrón en 1929, ocurrió ahí la trágica masacre de más de 20 estudiantes, buenos académicos, más otros cuarenta miembros de la comunidad judía. Quiero describir el error que ha circulado en las comunidades judías, la horrible mentira que acusa a los árabes en Hebrón de ser asesinos que atacaron a judíos simplemente porque los árabes son malas personas, para corregir la narrativa, este error debe ser corregido. Los árabes eran gente muy amigable y los judíos de Hebrón vivían junto a ellos y tenían muy amistosas relaciones con ellos, trabajaban juntos y todos se llevaban bien”.
Es imperante reconocer nuevamente que no todos los judíos en Palestina eran sionistas, e incluso algunos de los nuevos migrantes judíos que llegaban a Palestina no necesariamente llegaban con la intención de expulsar a los palestinos o implantar un Estado supremacista exclusivamente para los inmigrantes judíos. Existieron quienes digamos, por las buenas, llegaron a Palestina en paz y se establecieron entre comunidades palestinas forjando excelentes relaciones con sus vecinos. También desde hacía siglos habían existido pequeñas comunidades de judíos religiosos que llegaban a palestina movidos únicamente por motivaciones espirituales, estos casos generalmente vivían en paz entre la sociedad palestina. En general los judíos más religiosos, los judíos ortodoxos, eran antisionistas y rechazaban la idea de un “Estado de Israel”, y optaban por establecerse en las ciudades santas para vivir una vida sencilla estudiando la Biblia y cumpliendo sus mitzvot.
El Rabino Baruch Kaplan explica que la comunidad ortodoxa de al-Khalil/Hebrón vivía con muy buena relación con sus vecinos hasta que las crecientes hordas sionistas comenzaron a amenazar con hacerse del control de las ciudades santas y particularmente el muro de Jerusalén, en el contexto en el que estos mismos sionistas llevaban más de 3 décadas acaparando vastas extensiones de territorio en Palestina y expulsando a los habitantes palestinos y ya incluso formando grupos armados. La intimidación de los sionistas marchando a Jerusalén proclamando que les pertenecía y que poco después comenzaran a crecer estos grupos armados sionistas que obviamente representaban una peligrosa amenaza fueron las gotas que derramaron el vaso, advierte el rabino, cito “Esto provocó a los árabes y el rabino de Jerusalén en ese tiempo, el Rabino Yosef Chaim Zonnenfeld les suplicó a los sionistas que se detuvieran y que apreciaran que los árabes les habían estado dejando rezar en el muro por tantos siglos sin molestia. No obstante los sionistas querían establecer un control permanente. Los sionistas se rehusaron a acatar los llamados del Rabino Zonnenfeld y llamaron a un gran mitin de judíos en Jerusalén, supuestamente unas 10,000 personas se presentaron, uno de los portavoces fue su jefe rabino Avraham Isaac Kook, quien proclamó ‘Escucha Israel, el muro es nuestro muro, el muro es uno’, en una burla ridícula del rezo judío ‘Escucha Israel, nuestro señor es Dios, Dios es uno’, Esto fue lo que comenzó en el momento el conflicto entre los sionistas y los árabes”.
A esto, el mismo rabino Baruch Kaplan, quien se encontraba presente en la Yeshiva al momento del levantamiento agrega cito “¡Todos deben saber que el enojo de los árabes contra nosotros es únicamente causado por los sionistas! Los árabes eran un pueblo amigable con nosotros y yo soy testigo de ello, vivíamos muy bien juntos en Hebrón. El Rabino Alter es testigo de esto también. Son los malditos sionistas quienes provocaron que nos odiaran. Los sionistas se atrevieron a usar su poder para expulsar a los árabes, e incluso hoy en día en Líbano, los sionistas asesinan y exterminan a los árabes; obliteran pueblos enteros con los aviones que reciben de Estados Unidos. Todo el mundo tiene que saber quiénes son los asesinos, los sionistas son los más grandes asesinos en el mundo, rehusándose a dejar que los judíos vivan en paz física o espiritualmente”.
Los recuentos del Rabino Baruch Kaplan se evidencian en el hecho de que pese al estallido tan brutal de violencia, 435 judíos en Hebrón sobrevivieron gracias a ser protegidos por familias palestinas.
Si bien como hemos visto, éste por mucho no fue la primera muestra de violencia ni el primer estallido de violencia, ni las primeras víctimas cobradas, y recordando también que en estos mismos hechos 116 palestinos fueron asesinados, estos fatídicos eventos de 1929 se convirtieron en la nueva justificación retórica de los sionistas para redoblar sus ataques contra el pueblo palestino y reclamar la totalidad del territorio.
Eventualmente hablaremos más de Al-Khalil/Hebrón, que vive actualmente la peor situación de apartheid en el mundo, hay que agregar ahora únicamente que una de las muchas “venganzas” que los sionistas tomaron ahí en particular, o una muy simbólica, concretamente fue la masacre de la Mezquita de Abraham de 1994, también conocida como Cueva de los Patriarcas, en el corazón de la vieja ciudad de Al-Khalil/Hebrón cuando el sionista estadounidense, Baruch Goldstein de Brooklyn Nueva York, entró a la mezquita asesinando a 29 palestinos e hiriendo a otros 125. Los sobrevivientes lograron amagar al terrorista pero hoy en día muchos sionistas extremistas lo consideran un héroe. Al protestar los palestinos por esta masacre, el ejército israelí ASESINÓ a otros 26 palestinos e hirió a 120, en una muestra tristemente normal del terrorismo de Estado israelí.
Bueno, el propósito de este episodio es demostrar cómo lo que sucede hoy en día en Palestina/Israel no es un problema antiguo arraigado en disputas religiosas. Todavía ni siquiera hemos hablado de la creación del Estado de Israel cuyo proceso es de hecho el tallo principal de esta tragedia, no obstante, las primicias iniciales ya han sido contestadas. En cuestión cronológica, hasta ahora hemos cubierto a penas hasta 1929, los albores de la limpieza étnica de Palestina, 19 años antes de la proclamación unilateral de la existencia del Estado de Israel por parte del liderazgo sionista y sus milicias así como la puesta en marcha del Plan Dalet para erradicar a la población palestina.
Hasta ahora hemos apenas comenzado a esbozar los primeros trazos de entendimiento de una imagen mucho más amplia considerando las voces de los que no suelen ser escuchados así como desmitificando imaginarios populares que intentan relacionar narraciones bíblicas con actores actuales en un intento por legitimar lo inlegitimable.
En el episodio número 4, en el que analicemos los mitos fundacionales del Estado de Israel retomaremos los antecedentes a partir de este periodo de graves enfrentamientos resultado de la política de asentamiento colonial sionista que aspiraba a vaciar Palestina de sus habitantes y reemplazarles con colonos judíos. Revisaremos cómo a partir de esta segunda década del siglo XX la violencia y la agresiva colonización se disparan. Los sionistas forman más milicias armadas y grupos terroristas como el Irgún y el Stern cuyos frecuentes ataques incluyen poner bombas en mercados, hoteles, barcos, casas particulares, etc.
Veremos cómo en este preludio a la implantación del Estado de Israel el pueblo palestino es cada vez más violentamente reprimido al intentar exigir el fin del colonialismo y la violencia. Por ejemplo, en apoyo a los sionistas, los ingleses asesinaron, hirieron, encarcelaron o expulsaron a al menos el 10% de la población palestina masculina durante la rebelión palestina de los 30’s. A la par, los sionistas recrudecen sus ataques y definen con más fuerza su política de exterminio étnico en Palestina. En perspectiva, desde la ilegal ocupación de la llamada Cisjordania y Gaza en el 67, las fuerzas de ocupación israelíes han encarcelado al 40% de la población masculina de Palestina. Sí, 40% de la población masculina; si éste no es uno de los más repudiables y opresores sistemas coloniales, no sé qué aberración le superaría.
En este capítulo vimos que es inútil apelar a retazos de interpretaciones bíblicas para justificar políticas opresivas actuales, que la retórica de pueblos divinos no es exactamente científica, que los pueblos no son monolitos sino que se adaptan y evolucionan, que la avaricia y el racismo sionista en el contexto de la Europa previa a la Primera Guerra Mundial son responsables de sintetizar una nueva idea de nacionalismo judío que sólo podría cumplirse al arrebatarle su hogar a todo el pueblo de Palestina. En palabras del periodista David Hirst el sionismo es cito “una forma más drástica de colonialismo que el clásico colonialismo europeo promedio. En el sentido que su propósito era de hecho no únicamente explotar a los locales sino terminar por expulsarles”.
Vimos que lejos de existir rencillas dogmáticas de antaño, las diferentes religiones abrahámicas supieron florecer en armonía, aunque mucho más el islam y el judaísmo que el cristianismo, pues mientras los cristianos medievales expulsaban a sus minorías judías, los musulmanes les recibían. Comprobamos que la primera violencia fue la constante expulsión de palestinos campesinos por parte de colonos sionistas recién llegados, a demás de los tratos despóticos y vilipendiosos que los colonizadores importaron de Europa; y que no obstante la contracorriente, los pueblos tienden a resistir el colonialismo y el exterminio.
Aún queda muchísimo por discutir en los siguientes capítulos, cualquier pregunta o comentario serán muy bien recibidos.
Les invito a siempre cuestionarse las narrativas hegemónicas, a priorizar la vida y la dignidad humana, a siempre buscar la justicia.
Muchas gracias nuevamente, les espero en la próxima emisión.