Los sionistas que se empeñan en tratar de defender los crímenes de Israel contra el pueblo palestino con frecuencia acusan a sus críticos de intentar deslegitimar el autodenominado “Estado judío”; Israel, proclaman, tiene “derecho a existir”. Pero están equivocados.
No es por señalar únicamente a Israel, pero no existe tal cosa como el “Derecho a Existir” de un Estado. Punto. No existe tal cosa reconocida por el Derecho Internacional ni podría lógicamente existir tal derecho. El mero concepto es absurdo. Los individuos, y no las abstracciones políticas, tienen derechos.
Los derechos individuales pueden también ser ejercidos colectivamente únicamente si estos no significan el perjuicio de los individuos. En este contexto, el derecho relevante es el Derecho de Autodeterminación de los Pueblos, el cual se refiere al derecho de un pueblo a ejercitar sus derechos individuales a través del autogobierno político. El ejercicio político de este derecho no debe violar el ejercicio individual. El único propósito legítimo de un gobierno es el proteger los derechos individuales, y un gobierno no tiene legitimidad sin el consentimiento de los gobernados. Es únicamente en este sentido que el Derecho a la Autodeterminación puede ser ejercido colectivamente por pueblos escogiendo por sí mismos cómo habrán de gobernarse y consintiendo a tal gobierno.
El Derecho a la Autodeterminación sí está reconocido por el Derecho Internacional, no como el absurdo concepto de “derecho a existir” de un Estado. La Carta de las Naciones Unidas, de la cual el Estado de Israel forma parte, específicamente garantiza el Derecho a la Autodeterminación.
El marco de discusión apropiado es por lo tanto el Derecho a la Autodeterminación, y es precisamente con ánimos de ofuscar esta realidad que los propagandistas declaran frecuentemente que Israel tiene un “derecho a existir”. Es necesario para los apologistas de Israel cambiar el marco de discusión porque hablando de Autodeterminación de los Pueblos es obvio que Israel niega el derecho de los palestinos y no viceversa.
Y no es únicamente en la actual ocupación de territorio palestino donde el negacionismo israelí se hace manifiesto: El rechazo a los derechos de los palestinos quedó manifiesto desde la misma forma en la que Israel fue establecido.
Existe una creencia popular de que Israel fue fundado a partir de cierta forma de proceso legítimo. Esto es falso. Este mito surge de la idea de que el famoso “Plan de partición” de las Naciones Unidas, la Resolución 181 del 29 de noviembre de 1947, legalmente partía Palestina, o que de otra forma confería autoridad legal al liderazgo sionista para la declaración unilateral de la existencia de Israel el 14 de mayo de 1948.
De hecho, en esta mera declaración, el documento fundador del Estado de Israel, el liderazgo sionista se basa en la Resolución 181 para reclamar autoridad legal. La verdad es que, no obstante, la Resolución 181 jamás hizo tal cosa. La Asamblea General no tiene autoridad para partir Palestina en contra de la voluntad de la mayoría de sus habitantes. Ni tampoco pretendió nunca que fuese así. Por el contrario, la Asamblea se limitó a recomendar la partición de Palestina para la formación de dos Estados, judío y árabe, los cuales tendrían que ser acordados por todos para tener cualquier efecto legal. La Asamblea General envió el asunto al Consejo de Seguridad donde el plan murió tras el reconocimiento explícito de que la Organización de Naciones Unidas carece de autoridad para implementar tal partición.
La declaración unilateral sionista es frecuentemente descrita como “Declaración de Independencia”. Pero nunca ha sido tal cosa. Una declaración de independencia asume que la gente declarando su independencia son soberanos sobre el territorio en el cual pretenden ejercitar su derecho de autodeterminación. No obstante los sionistas no eran soberanos de la tierra que se convertiría en el territorio del Estado de Israel.
Por el contrario, cuando declararon la existencia de Israel, los judíos poseían únicamente menos del 7% de la tierra en Palestina. Los palestinos eran la mayoría en absolutamente todos los distritos de Palestina. Los palestinos continúan siendo una mayoría. A pesar de la inmigración masiva, los judíos siguen siendo una minoría de aproximadamente un tercio de la población.
Incluso dentro del territorio que las Naciones Unidas habrían propuesto para un Estado Judío, contando a los beduinos, los árabes constituían la mayoría; incluso dentro de ese territorio los árabes poseían la mayoría de la tierra.
En pocas palabras, los líderes sionistas no tenían absolutamente ningún reclamo legítimo por la soberanía del territorio que ultimadamente adquirieron a través de la guerra.
Notablemente, la adquisición de territorio por medio de guerra está prohibido por el Derecho Internacional.
Lejos de haber sido establecido por medio de un proceso político legítimo, Israel fue establecido por medio de violencia. Los sionistas adquirieron la mayor parte del territorio para su Estado a través de la limpieza étnica de la mayoría de la población árabe, más de 700,000 personas, arrancadas de sus hogares en Palestina. Cientos de poblados árabes fueron literalmente borrados del mapa.
De esta forma cuando los sionistas dicen que Israel tiene “derecho a existir”, lo que en verdad están diciendo es que los sionistas tienen el “derecho” de limpiar étnicamente Palestina para crear su “Estado Judío”.
Obviamente, tal derecho no existe. Por el contrario, una vez más, según el Derecho Internacional la limpieza étnica es un Crimen de Lesa Humanidad.
Los sionistas acusan a los críticos de los crímenes de Israel contra los palestinos de buscar “deslegitimar” al “Estado Judío”, mas es relevante que la declaración unilateral de los sionistas el 14 de mayo de 1948 no tenía legitimidad alguna; es relevante que el crimen de limpieza étnica no puede ser justificado ni legitimado.
Cuando esta acusación es vista de cerca, lo que realmente pasa es que los apologistas de Israel son quienes intentan deslegitimar el derecho a la autodeterminación de los Palestinos así como el derecho de los refugiados de guerra, reconocido internacionalmente, de regresar a sus hogares.
Independientemente de los medios ilegítimos por los cuales Israel fue establecido, existe ahora, y es una realidad presente. No obstante, la exigencia del Estado de Israel de que los palestinos reconozcan su “derecho” no sólo a existir, sino a existir como un “Estado judío” es simplemente exigir que los palestinos abandonen sus propios derechos y acepten la declaración unilateral sionista y la limpieza étnica de Palestina como legítimas.
Y es esta la razón por la que no ha podido haber paz. No habrá paz hasta que los derechos de los palestinos sean reconocidos y respetados. El problema para los sionistas es que el ejercer los derechos de los palestinos significaría el fin de la existencia de Israel como “Estado judío”.
Entonces, ¿Qué habría de malo con acabar con un regimen fundamentalmente racista que viola a perpetuidad el Derecho Internacional y los Derechos Humanos de los palestinos? ¿Qué habría de malo con reemplazarlo con un gobierno que respete por igual los derechos de todos los habitantes del territorio sobre el cual ejerce soberanía política gobernando con el consentimiento de los gobernados?
Para cualquiera con algo de honestidad e integridad moral la clara respuesta a estas dos interrogantes es clara: Nada, no tendría nada de malo.
Todos aquellos que toman acción para buscar la paz y la justicia, es a este propósito que debemos de concentrar nuestros esfuerzos colectivos. Se empieza por adquirir un entendimiento adecuado de la naturaleza del problema y ayudar a abrir los ojos de aquellos que, teniendo integridad, han sido engañados por las mentiras y propaganda que han perpetuado la violencia y la injusticia por tanto tiempo.
Artículo original de Jeremy R. Hammond publicado en el Foreign Policy Journal el 15 de marzo de 2019. Traducido por Sergio DA, Crónicas del Levante.